Existe un lugar donde suelo refugiarme cuando necesito desfragmentar el disco duro; no puedo permitir por más tiempo que la razón esté ganando tanto terreno a la fantasía. No es el mejor, ni el más bonito, ni el más cómodo... pero es mío: ambos nos regalamos comprensión, fidelidad y cobijo eterno. Allí hay sitio para mi sombra y yo, y, colgadas en las paredes, me acompañan, en silencio, fotografías con tu avatar diciéndome ¡......!.
Mandaré postales.
Mandaré postales.
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