domingo, 28 de julio de 2013

Noche 28.


Llegué a Riencity a esa hora en la que el cielo empieza a pintarse de un azul tan atractivo que emboba los sentidos; la luz del sol ya no sembraba sombras que permiten leer la hora sin reloj.Solté la mochila en el suelo, a los pies de la mesa del comedor, como acostumbro hacer al regreso de alguna epopeya. Casi siempre tardo una semana en deshacerla, esperando, tal vez, que un día llegue la ocasión de poder salir en cualquier momento. Me incorporé de golpe, y me senté, con los pies colgando, en el borde de la cama. Jadeante aún, intenté aceptar el archiconocido entorno. Todo ha sido un sueño, -pensé decepcionada, no hay posibilidad de cambio… ¡Estoy en el mismo sitio!, en el planeta de los simios.


jueves, 18 de julio de 2013

Noche 18.








Antes, cuando soñaba de verdad, tenía un problema entre otros… me gustaban tantos lugares que nunca me decidía por ninguno en particular: el norte por sus colores tan variados como las estaciones, las nubes cargadas de agua, su solidaridad; el sur, de sonrisa tan fácil que no hay problema capaz de borrársela, su aparente felicidad, su musicalidad ; el centro, un llano cuyo fin es el horizonte y uno tiene la impresión de poder gritar sin que nadie lo oiga, su austeridad, su soledad. Aquí, en tierra de nada, estoy bien, por decir algo. Me he acostumbrado, porque, un día, llegué a la conclusión poco convincente de que quien no tiene un lugar donde vivir cualquier sitio le sirve, o mejor todavía, quien no desea nada lo tiene todo. Lo más duro pasó. Cruzar el puente de la Indiferencia es el peor tramo que uno tiene que pasar, una vez hecho, comienza el ritual: un pie delante del otro, y así sucesivamente, sin parar, para no pensar, como un autómata.


miércoles, 10 de julio de 2013

Día 10.


Hace dos días vi pasar dos sombras y decidí ponerme en marcha en un intento de encontrarme con sus dueños, dónde viven y todo eso. El tiempo no acompaña, sin embargo ha valido la pena intentarlo porque, aunque las he perdido de vista, me ha parecido ver, a lo lejos, siluetas similares a lo que he dejado atrás. En la caverna no estaba mal, demasiado aislada, tal vez, para alguien que necesita adquirir conocimiento. A ver qué, quién, o con qué me encuentro. La curiosidad me llena de energía.


sábado, 6 de julio de 2013

Día 6.



Aún no he encontrado nada que se mueva. También es verdad que no he dado ni un paso más allá del imaginario perímetro que me circunda; en estos días he tenido que construirme un lugar donde poder resguardarme del viento del norte que sopla sin treguas. Las prioridades raramente coinciden con nuestros deseos. Los días son cortísimos y las noches interminables. Hoy me he levantado con un dolor de cabeza merecedor de quinientos miligramos de compañía que no tengo: cargar las piedras para mi nuevo hogar troglodita es extenuante. He encontrado un trozo de lo que parece haber sido un espejo. He caído en la tentación de mirarme de reojo en la esquirla , y lo que he visto me ha impresionado: me veo resquebrajada, cansada como si hubiese sufrido los efectos de un viaje en el tiempo, hacia el futuro que me queda por sobrevivir, aunque tengo la certera impresión de haber dado un paso atrás. Por ahora me alimento de esperanza, ese concepto tan vago, pero no sé para cuánto tiempo dispongo de este maná en la reserva.


miércoles, 3 de julio de 2013

Día 3.


“Mi miedo es mi sustancia, y probablemente lo mejor de mí mismo.” (Franz Kafka)


lunes, 1 de julio de 2013

Recomenzar.



Tras varios meses de volar entre dudas, sin rumbo fijo, sin meta que alcanzar, he aterrizado aquí, en un nuevo mundo, totalmente desconocido, que me ha abierto las puertas en cuanto he batido las alas. A primera vista, me resulta tan hostil y solitario como los anteriores; complejo y cautivador como los principios de cualquier historia. Supongo que, como siempre, es cuestión de dejar pasar los días, moviéndome con sigilo porque nunca se sabe quién tienes detrás; descubrir otros huidos de depredadores de ideas y de soledades reales, y, como yo, andan perdidos buscando un lugar donde quedarse y poder ser y expresarse con libertad: un deseo que cada vez resulta más complicado realizar. Por ahora, esto es un pedregal desierto sin nada donde posar el objetivo, pero llevo en un bolsillo la tarjenikon llena de instantes grabados en su memoria.  No sé como contactar con los seres queridos, pero ya me las ingeniaré para hacerles llegar señales de humo, cuando encuentre leña que quemar.