viernes, 30 de enero de 2015

Ocho prendas de Cris.



Gastón no estaba muy seguro si lo que sentía era arrepentimiento por haber ligado con aquella muchacha de tez pálida, muda y ojos almendrados. Los cocteles caseros suelen ser traicioneros. Sin embargo la tenía tan a mano de sus vidriosos ojos que se preguntaba si debajo del abrigo negro hallaría algo más de color. Se aproximó un poco más, dispuesto a comprobarlo. La liberó del abrigo. Debajo, apareció un jersey marengo y el plomo de unos pantalones ajustados dibujando la esbelta figura. Cristina perdía la voluntad a medida que aumentaba la temperatura de la calefacción central. Le quitó las botas, dejando desnudos unos pies de lana gris y bajo el pantalón encontró unas culottes del mismo color. A punto de perder la esperanza, con la ilusión de quien abre un regalo, Gastón deslizó el jersey hacia arriba para que emergiera la mariposa. Síiiii, -gritó para sus adentros, aquí está el campo de amapolas. Desenganchó los corchetes del sujetador gris con florecitas rojas y emocionado  se preparó para el colocón  que le ofrecía la naturaleza en el atardec...

- Por favor, señor - retumbó la voz femenina por encima de su conciencia. Podría apuntar mejor con la linterna, me parece que en este halógeno hay un cable quemado.


sábado, 24 de enero de 2015

Manitas, manazas y patas.




- No, gracias, no estoy interesado en comprar nada -se disculpó Gastón observando a la mujer al otro lado de la puerta. Pequeña, delgada, con una elegante bolsa de papel de Purificación G. en la mano derecha, bolso de piel colgando del hombro izquierdo, maquillada, interesante, ...
- Soy la fontanera.
-Ah, disculpa. Pasa.

La llevó por el pasillo hasta el salón.

- ¿Puedo dejar el abrigo y el bolso aquí? -preguntó ella señalando el sofá.
- Sí claro, ¿cómo no?.
- ¿Dónde está el enfermo? -indagó Remedios recogiéndose el pelo en un moño rápido.
- El plato de la ducha no desagua. Y el lavabo gotea por la pared...
- Pues vamos a ver lo que se puede hacer por ellos.
- Pensé en poner algún producto con sosa -intentó justificar el ingeniero camino del cuarto de baño, pero como el trozo de tubería que se ve es de plástico, y la sosa coge gran temperatura... Además no me gustan los productos químicos.
- No te preocupes -intentó tranquilizarlo mientras pensaba ¡un ecologista!. Tengo lo que necesitas. ¿Te importaría calentar un poco de agua?
- ¿Templada o cal... ?
- Mejor bien caliente, en ebullición es más efectivo.

Mientras Gastón calentaba un cazo de agua en la cocina, Remedios se afanó con la gotera del lavabo. Separó el embellecedor de la pared, tiró suavemente de la tubería hacia ella, la limpió y volvió a situarla donde estaba. Sacó de la lujosa bolsa un tubo de silicona y procedió a sellar el contorno de la tubería en su unión con la pared.

- Aquí tienes el agua.
- Déjala en el suelo, cerca de mi. Vamos a jugar a chamanes.

Gastón se apoyó en el faldón de la puerta, con esa manía de observador, sin parar de hablar mientras Remedios vertía en el desagüe de la ducha medio vaso de bicarbonato e inmediatamente después añadía otro de vinagre. La reacción fue instantánea. Con un eructo impresionante la boca del desagüe regurgitó un efervescente líquido pardo que se esparció por los aledaños del agujero.

- Y ahora ¿qué? -gimió preocupado dando un respingo con los ojos  desorbitados.
- Cuando baje el espumoso, tiraré encima el agua para que vomite hasta las uvas del año pasado.

El agua reanimó ligeramente la combustión y acto seguido desapareció por el sumidero. Remedios abrió el grifo de la ducha para comprobar la eficacia de la pócima y el agua limpia resbaló hacia su destino sin oponer resistencia.

- ¡Qué curioso! -exclamó Gastón, sabía que el vinagre tiene un poder antical, pero ignoraba lo del bicarbonato.
- Te recomiendo que pongas una rejilla para evitar que se cuele algo más que las burbujas del gel. Repite la operación periódicamente y no sufrirás otra indigestión, además va bien para eliminar los malos olores.
- ¿Y el goteo del lavabo?
- He sellado la holgura con silicona. Intenta no utilizarlo en unas horas y vuelve a poner el embellecedor en su sitio: sólo tienes que deslizarlo, girándolo con mimo sobre la tubería, hasta la pared.

Remedios desapareció en el ascensor y Gastón se quedó pensando... en la caja de las herramientas.

Llamaría al electricista. No le gustaba nada el parpadeo de uno de los halógenos de la habitación.


domingo, 18 de enero de 2015

Neuronas congeladas.



Tengo todos los síntomas, internos y externos. Le ha precedido una escueta misiva sin letras, sin saludo. Sólo un garabato de trazo firme, a modo de rúbrica, realizado con jugo de limón. En el exterior, las melenas de las palmeras bailan a un ritmo rockandrollesco rozándose entre ellas y las ropas tendidas en las azoteas se elevan como mariposas gigantescas  huyendo inútilmente de no se sabe qué. Siento frío. Un frío helado que penetra por los dedos de los pies y galopa desbocado por mis arterias hasta llegar al contenedor "azul", donde, a tiempo parcial, se dedica a hacer collages con lo que encuentra. Construye imágenes absurdas mezclando sílabas traspapeladas con paisajes difuminados en el inconsciente. El resultado es un monstruo hecho a la medida, personalizado, que acude a la llamada silenciosa del estado anímico; un presumido de manto de armiño enfrentado a una amapola. Pero juego con cierta ventaja; hace tiempo que nos retamos y sé que sus armas vienen marcadas con fecha de caducidad. Se derretirá cuando me vea sacar el mechero de la cintura y lo despida como a un ser querido, con la esperanza de que algún día lleguemos a reconciliarnos este misántropo estacional y yo.


miércoles, 14 de enero de 2015

Contre nous de la tyrannie...


La imagen la he tomado prestada de El Jueves.


jueves, 8 de enero de 2015

De luto riguroso.





Paris, 7 de enero de 2015, 11 a.m. Nuevo intento asesino contra la Libertad de Expresión.


domingo, 4 de enero de 2015

jueves, 1 de enero de 2015

¡Feliz Travesía Nueva!



¡Chin!  ¡Chin!

Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.

Fernando Pessoa.


Nota: Esta entrada es programada, pero no quería dejar de brindar por el nuevo viaje que tenemos por delante.