lunes, 30 de septiembre de 2013

Querido diario.



sabes... esas relaciones que se mantienen con un alfiler porque uno no acaba de creerse que las cosas tienen un principio y un final tanto si son buenas como si no y vas dando una oportunidad tras otra y el alfiler aguanta lo que le echen porque para eso es de acero pero los agujeros se van haciendo cada vez más grandes por culpa del roce y la presión que ejerce sobre los bordes del objeto sujetado...no hubo entendimiento posible hablábamos lenguas diferentes tres meses duró la experiencia breve como los enamoramientos veraniegos llega un momento de hastío y de lucidez en el que la decisión de abandonar es irreversible gritas ¡no aguanto más! ¡multiplícate por cero! salí de aquella casa volando porque no me importa empezar de nuevo enfrentarme a lo des conocido me sobra valor sientes un alivio tan grande que te entran ganas de saltar y bailar aunque sólo dure un instante porque caes en la cuenta de los daños colaterales que ocasionas a la familia pero ya se sabe que con el tiempo casi todo se perdona o se olvida o se acepta lo entenderán y podrás repetir cuantas veces lo necesites al fin y al cabo cada uno tiene que vivir su propia vida es injusto que otro lo haga por ti.


sábado, 28 de septiembre de 2013

Puede que...



... Tal vez nos salve la ilusión de estar ciegos ante el recinto en el que estamos. (Ñ. Le Bolo)




miércoles, 25 de septiembre de 2013

Orlando.



La encontré en la orilla del camino, casi al borde de la acequia donde, probablemente, necesitaba apagar la sed.  Estaba semi inconsciente, pálida como una vela sin encender; su pulso era irregular y débil, y  temí lo peor. No había tiempo para pensar. Sujeté su cabeza entre mis manos; mi boca inició maniobra de aproximación: pegué mis labios a los suyos, y entreabriéndolos con la punta de la lengua, le insuflé delicadamente lo que me quedaba de aliento. Se agitó con un leve movimiento en el pecho, y desmadejando las pestañas susurró ¿Dónde estoy?, ¿Quién eres?. Entre mis brazos, -contesté moribundo, soy tu inspiración, respondí mientras me disipaba en la hierba. Aún pude contemplar sus alas multicolor batiendo enérgicamente el aire, y antes de cerrar los ojos, la vi abrazar con las piernas el tallo rígido de un vulgarEchium.