Para quien no lo sepa, el origen del Cabanyal se remonta al siglo XIII cuando varias colonias de pescadores se fueron asentando en este zona costera formando un poblado que hoy en día es parte de la ciudad de Valencia. Su degradación es tal que parece más un vertedero que un pueblito encantador de obligada visita turística. Yo hubiese empleado todos los recursos a mi alcance para conseguir convertirlo en lo segundo, pero la alcaldesa se empeñó, hace ya mucho tiempo, en pasarlo por el bisturí para dejarlo a su imagen y semejanza. El resultado sería algo así como la fachada de la Preysler: más joven pero carente de personalidad, sin el encanto que nos incrusta el paso del tiempo, ese concepto que nos hace únicos. Y es que los que aquí vivimos, en la ciudad grande, pegada al barrio marinero, eso de vivir lo hacemos por inercia, por vasallaje, por el "A mi qué me importa, mientras no se metan en mi casa", y a los demás que los zurzan. Digo esto por la evidente falta de solidaridad de los demás con la plataforma Salvem el Cabanyal que lleva años luchando como guerreros en la sombra, como David contra Goliat, como la soledad del corredor de fondo. Su batalla por evitar el derribo de una parte de este lugar protegido ha conseguido paralizar el proyecto durante más de diez años.
Hace unos días, los de arriba arriba y los de arriba de aquí han llegado a un acuerdo (ya me gustaría conocer las amenazas, y las posteriores promesas que se han hecho) para abrir al viejo barrio en canal, sacarle las vísceras, y rellenarlo de humo, de botox y silicona. Aquí, en la ciudad de hormigón, no tienen ni puta idea de dónde se ubica Fuenteovejuna y, por consiguiente, ignoran el significado de la expresión "Todos a una". Lejos de parar los pies a la comendadora, permitimos que ella, sabedora de la falta de compromiso entre sus insolidarios vecinos, anule nuestra voluntad, la de todos, cada día un poco más.
Y tan felices! Aquí no pasa nada. No passa res, en lengua autóctona. No hay nada como la autosugestión.
Hace unos días, los de arriba arriba y los de arriba de aquí han llegado a un acuerdo (ya me gustaría conocer las amenazas, y las posteriores promesas que se han hecho) para abrir al viejo barrio en canal, sacarle las vísceras, y rellenarlo de humo, de botox y silicona. Aquí, en la ciudad de hormigón, no tienen ni puta idea de dónde se ubica Fuenteovejuna y, por consiguiente, ignoran el significado de la expresión "Todos a una". Lejos de parar los pies a la comendadora, permitimos que ella, sabedora de la falta de compromiso entre sus insolidarios vecinos, anule nuestra voluntad, la de todos, cada día un poco más.
Y tan felices! Aquí no pasa nada. No passa res, en lengua autóctona. No hay nada como la autosugestión.