domingo, 27 de enero de 2019

Receta para guardar el pinsapo navideño.



Bueno pues... el árbol ya está guardado  en su caja enterito y sin podar,  eso sí con más vueltas de rollo adhesivo para que no se escape que giros le doy al coco ante cualquier reto o adversidad. 
La cosa fue así:

Lo puse en la terraza, al sereno de este no invierno, a ver si se reblandecía. Cada vez que pasaba por el ventanal lo veía separado en dos mitades, con las ramas ya replegadas resistiéndose a abrazarse a sí mismo, retándome con un insoportable aire de superioridad. Yo también me puse dura y le regalaba espesos  silencios, aguantando la mirada, haciendo como que lo  ignoraba en un toma y daca mental de "¡yo te jorobo! y ¡yo más!. Sentía que le iba ganando porque notaba cómo me  iba cargando de  resentimiento, pues lo había comprado muy ilusionada, sin embargo el resultado había sido desastroso, causándome un patético estado anímico  retroalimentado evocando lo sucedido. Además, uno de esos días también me esperaba el asiento del dentista...

Una mañana, con un precioso sol y una temperatura primaveral, me serví el desayuno en la terraza, frente a él y sus dos mitades, y mientras sorbía a cucharaditas las galletas disueltas en el café con leche se me encendió la mirada. ¡ Te vas a enterar ! -le espeté en todas las acículas. Pude sentir su temor a ser arrinconado.

Busqué un rollo de cordón fino, que tenía en alguna de las cajas de herramientas,  y una tijera.
Empecé por la mitad más pequeña: até la cuerda al tronco, en la parte inferior, apoyé el brazo izquierdo sobre las ramas y con esa mano estiré de la cuerda hasta unos quince cms . Con la otra mano cogí el rollo de cordón, pasándolo por debajo, alrededor de las ramas, volviendo a la mano izquierda que sujetaba el cordón y pasándolo por debajo de éste, estirando del mismo, se fue cerrando sobre las ramas, apretándolas... y así sucesivamente. Una vez adquirida la maestría con la parte más pequeña, el resto fue pan comido. Después lo metí en la caja (aún se resistía). Bajé las solapas y procedí con la cinta adhesiva: con el brazo izquierdo presioné las solapas y con la otra mano pegaba la cinta al rededor de la caja, al tiempo que ejercía un poco de  fuerza para mantenerla cerrada. No te lo vas a creer pero, al final, hasta cabrían algunas bolas dentro.

¿En serio no lo entiendes? ¡¡¡  Pero si es muy fácil  !!! 


jueves, 10 de enero de 2019

Hasta las bolas.



Lo sé, lo sé... la foto va con retraso:  las calles se limpiaron en cuanto acabó la cabalgata y ya ni me acuerdo de que los reyes magos no son tan magos si no todo lo contrario pero es que llevo todos estos días intentando meter el Abies veitchii en su caja y está resultando materialmente in-posible.    ¡ Estoy pensando en podarlo, no te digo más ! 


martes, 1 de enero de 2019