viernes, 8 de julio de 2011

Como un Taraxacum.


¿Por qué no habríamos de llegar al final de la vida de un modo más natural; crecer, deslumbrar, embejecer, y  disgregarnos como cipselas viajando con el viento?

A S., a T. y a L.

2 comentarios:

noe dijo...

Hay vidas que son silenciosas, con apenas peso, que se van deshaciendo poco a poco con el paso del tiempo.
Otras, provocan un gran estruendo.
Pero ni unas ni otras están preparadas para ese final, y sin embargo, ni unas ni otras tendrían sentido si no hubiese un final.

Sergio dijo...

¿Si soplo se cumple el deseo?