En blanco.

Doña Inspiración ha solicitado vacaciones urgentes. Alega que como no le he subido los aplausos no tiene ni para muecas. He respondido con sinceridad que a mi tampoco me sobran, que padezco la misma escasez y que no sé de dónde sacarlos para cubrirla de gloria. Como por las buenas no se ha atenido a razones, la he amenazado con que viene el coco, después con un ere, y peor aún, que la dejaré sin Carnavales, ¡con lo que le gusta fingir!. Ha sido peor el remedio que la enfermedad pues, adoptando una actitud chulesca, a punto ha estado de  bailarme un chotis si no la paro con una mirada asesina. ¡La muy fantasma!. Yo, que me desvivo por ella. A mi me da igual porque ya sé de su inestabilidad, pero reconozco que me duelen sus desplantes aleatorios. Y para demostrarle que yo también sé hacer daño, le he dicho que se largue y que regrese cuando le dé la gana, pero que vuelva bien bronceada,  que tampoco la echaré mucho de menos porque para lo que hace... Seguro que antes  de que cante el gallo la veré aparecer con su sonrisa felina, el orgullo maniatado, pidiéndome perdón. Sé que también me necesita; formamos un tándem de esos que comparten copas, hombro y sábanas.