domingo, 23 de diciembre de 2012

De A. Alemany a A. Warhol.

Liza Minnelli by A. Warhol

Un año más que lo intento y ni siquiera recupero lo jugado.

Cabreada con el azar,  pensando que este fin de semana no tengo finde como tal me pongo las botas de caminar, y subida al bus de las seis, me dejo arrastrar por la marea de jubilados hambrientos de buñuelos y ajetreo mercantil. Sólo que yo sé hacia dónde me dirijo, nada que ver con costumbres ni rutinas; yo voy a una galería, a atiborrarme de Arte que es el único alimento que de verdad me nutre. Alex expone más o menos cada dos años y no es cuestión de perdérselo por nada del mundo: me gusta perderme por su realismo mágico, y navegar por sus metáforas de sueños y agua... Todas las telas me llaman la atención y las saboreo intentando adentrarme en su cabeza con esa curiosidad que me caracteriza de querer saberlo todo. He debido de preocupar a la galerista porque se me ha acercado ofreciéndome un catálogo de la exposición, y señalando al artista con la mirada, interpreto el mensaje: "Aprovecha que lo tienes aquí". Lo sé -contesto en voz alta- lo he visto. ¿Nos conocemos? - interviene él. Coincidimos en una ocasión -respondo como si me hablase dios-, en la antigua sede del Círculo de Bellas Artes donde te dije que me parecías el Llach de la pintura: y tengo una lámina y un libro firmados por ti. Me suelta sin rodeos que prefiere a Serrat; es obvio que no entiende que le estoy diciendo que ambos son, para mi, metaforistas divinos: tal vez, a estas alturas, debería haber citado a Sabina. Antes de que se congele el instante, reúno el valor suficiente para que me aclare una duda. En tu última exposición me sorprendió tu "Serie Blanca", me pareció un salto brutal que no comprendí. Bueno -responde muy tranquilo- llega un momento que uno siente la necesidad de evolucionar, y algunas cosas no se pueden decir más que con metáforas (¡dios, qué frase!), sé que es un cambio importante y, como todos los cambios, nada fácil de asimilar o entender. El trabajo evolutivo no es sencillo: trabajar los blancos creando formas con los grises tiene mucha dificultad. Soy afortunada. Después de unos minutos más de conversación interesante y minimalista, insinúo que me tengo que marchar, porque me estoy quedando en un blanco atroz que me hace tanto daño como una piedrecita en el zapato. Nos damos un apretón de manos, y salgo a la calle, con toda mi sangre en la cabeza, contenta de sentirme en el buen camino.
  
Resuelvo que el azar me tiene en cuenta porque me ha tocado la lotería. Y aprovechando que estoy cerca, voy a visitar a Warhol que seguro que tiene mucho que decirme, aunque sea en el más absoluto silencio.


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