lunes, 12 de diciembre de 2011

I love you.



Hay noches que cuando me meto en la cama él se ha adelantado. No lo he visto pasar, elige cuidadosamente las fechas para pillarme desprevenida, postrándose ahí, agazapado entre las sábanas esperando a su presa.

En cuanto se apaga la luz, empieza a manosearme las piernas, el vientre, el interior de los brazos. Me gira con la facilidad de una marioneta, mordisquea los hombros y la espalda  hasta la nuca con un escalofrío, para aplastarme después el cráneo entre sus largos y deformes dedos. De nada sirve luchar. No consigo zafarme de sus poderosas garras y me abandono a sus caprichos. Me inocula entonces su demencia susurrándome al oído "Te quiero nena, te quiero...", con un tono en la voz que raya lo obsceno. Cuando ya sabe que me tiene paralizada, me mira de frente y suelta una carcajada, mientras me sujeta las muñecas debajo de la almohada exigiéndome los besos que le niego. Lo miro de soslayo con todo el horror de que soy capaz, pero de mi boca no se escapa ni un gemido; anula mi voluntad como una migraña y, en esos momentos, daría un tercio de mi vida por tener, en su lugar, un dolor de muelas. Cuando considera su conquista satisfecha, se duerme a mi lado como un bebé abrazado a su chupete.

Siempre que viene... se queda unas horas. Pero me he dado cuenta de que, cada vez, se marcha unos segundos antes. Tal vez algún día se olvide de mí.

Hay noches que me acuesto con un tal Pánico que apenas me deja dormir.


6 comentarios:

alfonso dijo...


· Tremendo. Da gusto leerte.

· tBsO

CR & LMA
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·

Belén dijo...

Buf, vaya miedo erótico que tienes, hija... el mío es más frío que el hielo...

Besicos

Karras dijo...

Lo verdaderamente preocupante, es que no le tuvieses miedo a nada. Lo otro se trata de aprender a convivir con miedos, dolores, incertidumbres, alegrías, tristezas etc etc. Es decir vivir con los inconvenientes de estar vivo. Un beso

Ave Fenix dijo...

Hace ya algunos años, acompañe en visita oficial a la tecnica de salud pública. Destino el cementerio municipal. Al llegar un aun vivo Antonio "el enterrador", algún día os contaré algunas anecdotas de este buen hombre que tenía un huerto junto al cementerio y le echaba a la tierra las cenizas de los ataules. El contenido de su interior lo metia en unos sacos, partiendo los huesos más grandes "a mano" (con unos guantes) y dejando libre el habitáculo para otro inquilino (motivos varios, dejan de pagar nicho, meten a varios difuntos en un una misma fosa, etc... El caso es que ese día se me ocurrió preguntarle sino le daba miedo estar trabajando toda la vida de eso y me soltó; "llevó tanto tiempo enterrando gente que ya ni lo pienso, me da miedo el día que sea para mi, aunque ya me dará igual quien haga mi trabajo, además creo que hay que preocuparse más de los que están ahí fuera que de los que están aquí dentro, estos desgraciados ya no te pueden hacer daño alguno".

Y me iba diciendo para mis adentros, !joder tio!, ¿para que coño preguntas?

virgi dijo...

Pues yo no lo había visto así, pero cuando me despierte esta noche a las 2 ó 3 am...ja ja, seguro te recordaré.
Besos, Vera.

Ana Manotas Cascos dijo...

Todo un descubrimiento tú blog, me gusta mucho como escribes y tus fotos son muy buenas.
Un saludo