martes, 8 de mayo de 2012

Venus de Miño.

Torso femenino (arcilla, sobre ladrillo reciclado. Alt. 25 cm).

Me emocioné cuando me encontré contigo… Eras un pedazo de barro, rectangular, con aristas y puntas marcadas, nada más. Te pensé. No sabía por dónde empezar. Mis manos se movieron húmedas y libres por esa superficie virgen, buscando curvas que intuía. Amasé con delicadeza tu deformidad perfecta, hundiendo mis dedos en tu carne, buscando desesperadamente la cintura como punto de partida. Cuanto más los movía  más flexible te volvías. Me conmovió tu entrega. Seguí trabajando hasta dar con las caderas, muslos, entrepierna. Creé una base para unir el cielo con la tierra. Subí lentamente, perfilando la silueta; abdomen, costillas, pecho, clavículas. Medidas estandarmenteperfectas. Con la suavidad  que caracteriza las palmas de un niño acaricié tu superficie estática,  indiferente y fría. Descubrí tu esponjosidad; cada vez, necesitabas más humedad. Te entregué el sudor de mis manos, puro calor de mi deseo, y convertí tu apagado tono en resplandor de cuero recién pulido. 





No hay comentarios: