Flor que vuela.

…entonces, me llamó la atención su vuelo torpe y su mirada opaca; con un esfuerzo sobrehumano para mantener la compostura, de vez en cuando se dejaba caer lentamente, resbalando por el cristal como una gota de agua perdida de una tormenta, para luego remontar unos centímetros al son de un macabro baile que sólo ella era capaz de interpretar.

¿Qué haces aquí?… -Le pregunté extrañada, observando su color otoñal …¡¡con toda la hermosura que tienes ahí afuera!!.

Abrí la ventana por si, en un arranque  de coherencia, decidía salir y reponerse con la luz del sol. Pero no se movió. Ni siquiera hizo intención de dejarse llevar aprovechando la corriente de aire que entraba desde la puerta entornada.

La sentí agotada, consciente de que su vida emprendía, inevitablemente, las sombrías elipses de la recta final. Cerré cuidadosamente la ventana y me fui, dejando a la flor voladora en la intimidad del lugar elegido para su despedida.