miércoles, 20 de junio de 2012

El estímulo de las palabras.



Si vives tan amargada ¿por qué no te tiras por el balcón? -le espetó con rabia. Herida de muerte, recogió su bolso con los mejores recuerdos en el fondo y se marchó. Dio una vuelta a la llave y la puerta cedió; con el último cigarrillo entre los labios se dirigió hacia su mesa de trabajo, encendió el ordenador, se abrió la ventana y...
Su figura contorsionada, de manera casi imposible, quedó alojada entre un Volvo gris y un Panda negro aparcado a su vera; un paréntesis dibujaba la boca, y la mirada alerta contemplaba fijamente lo que parecía simular un cielo mientras un peatón pasaba silbando ***  por la acera.


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