Relato V.3

(el anterior)
El humo de las hogueras de la Malvarrosa se hacía cada vez más sutil y casi podía percibir la línea negra que a esas horas punteaba el horizonte cosiendo el cielo con el mar…la llamita que le quedaba a la suya bailaba sinuosamente sobre la cera derretida, aprovechando al máximo el oxígeno en un intento desesperado de alargar los instantes que le quedaban de existencia. Soltó un suspiro interminable y prendió otro ducados.
La velada transcurría pausadamente poniéndose al día de viajes, lugares, anécdotas, historias con sus “ex” y sus hijos respectivos, de pirámides y fotos con camellos vestidos con mantas de colorines…del tiempo que hacía que se “conocían” sin conocerse…
-¿Has leído El Alquimista? una amiga con la que me encontré en la Feria me dijo que está teniendo mucho éxito.
-No tengo ni idea –contestó Ana con toda sinceridad.
De repente se dieron cuenta de que eran la única mesa con las velas encendidas, se miraron y entendieron que tenían que cerrar el local.
-Se ha hecho un poco tarde –apuntó Luis sin mirar ningún reloj. ¿nos tomamos una copa antes de irnos?
-¡Vale! Una breve…que por la mañana me toca “responsabilidad”…
No conseguía recordar el nombre de aquel pub de Ciutat Vella, original como no podía ser de otra manera, de sus paredes colgaban enormes fotografías de viejas glorias del celuloide -Greta, como siempre, rebosante de misterioso garbo…la música de fondo sonaba con profundo respeto, sin interferir en absoluto en aquella intimidad.
-¿Nos vamos? –más que una pregunta pareció una afirmación.
-Vale. Te dejo en casa que yo también tengo que madrugar.
El troncomóvil estacionó a la altura del portal. Mientras se despedían sin ninguna gana, Ana buscaba y rebuscaba tanteando en el interior del bolso mientras en su cara, a pesar de la escasa luz que llegaba desde la farola del parque, se iba dibujando una expresión de “tierra trágame”…
-¿Qué te ocurre?-preguntó amablemente con media sonrisa puesta.
-No…no encuentro las llaves. –tartamudeó totalmente contrariada.
-¿Tus amigos tienen copias?
-Sí claro…pero son las dos de la mañana…se asustarán.
-Pues si quieres vente a dormir a casa, como tengo que madrugar para visitar a un cliente de Xátiva no me importa tumbarme en el sofá. Si te despiertas antes de que regrese sólo tienes que estirar de la puerta.-sugirió poniéndoselo muy fácil.
-Creo que no me queda otro remedio.-aceptó resignada evitando su mirada.
-Venga…que lo has hecho a propósito! -rió a carcajada para quitar hierro al asunto.
-……lo siento…no es mi estilo…
-Que nooo. Que es broooma. No le des más importancia.
El ascensor le pareció un vagón de metro a las 7 de la mañana porque, aunque él era todo un caballero, ella se había confinado en el caparazón de sus indecisiones por culpa de un detalle tan tonto.
-¿Has leído El Alquimista? una amiga con la que me encontré en la Feria me dijo que está teniendo mucho éxito.
-No tengo ni idea –contestó Ana con toda sinceridad.
De repente se dieron cuenta de que eran la única mesa con las velas encendidas, se miraron y entendieron que tenían que cerrar el local.
-Se ha hecho un poco tarde –apuntó Luis sin mirar ningún reloj. ¿nos tomamos una copa antes de irnos?
-¡Vale! Una breve…que por la mañana me toca “responsabilidad”…
No conseguía recordar el nombre de aquel pub de Ciutat Vella, original como no podía ser de otra manera, de sus paredes colgaban enormes fotografías de viejas glorias del celuloide -Greta, como siempre, rebosante de misterioso garbo…la música de fondo sonaba con profundo respeto, sin interferir en absoluto en aquella intimidad.
-¿Nos vamos? –más que una pregunta pareció una afirmación.
-Vale. Te dejo en casa que yo también tengo que madrugar.
El troncomóvil estacionó a la altura del portal. Mientras se despedían sin ninguna gana, Ana buscaba y rebuscaba tanteando en el interior del bolso mientras en su cara, a pesar de la escasa luz que llegaba desde la farola del parque, se iba dibujando una expresión de “tierra trágame”…
-¿Qué te ocurre?-preguntó amablemente con media sonrisa puesta.
-No…no encuentro las llaves. –tartamudeó totalmente contrariada.
-¿Tus amigos tienen copias?
-Sí claro…pero son las dos de la mañana…se asustarán.
-Pues si quieres vente a dormir a casa, como tengo que madrugar para visitar a un cliente de Xátiva no me importa tumbarme en el sofá. Si te despiertas antes de que regrese sólo tienes que estirar de la puerta.-sugirió poniéndoselo muy fácil.
-Creo que no me queda otro remedio.-aceptó resignada evitando su mirada.
-Venga…que lo has hecho a propósito! -rió a carcajada para quitar hierro al asunto.
-……lo siento…no es mi estilo…
-Que nooo. Que es broooma. No le des más importancia.
El ascensor le pareció un vagón de metro a las 7 de la mañana porque, aunque él era todo un caballero, ella se había confinado en el caparazón de sus indecisiones por culpa de un detalle tan tonto.
(continuará)