La carta de “Bela”.

Bienvenido a este caos maravilloso que es el mundo! Fueron las primeras palabras que te dije al oído mientras aún tenías los ojos a duras penas entreabiertos, mirando el vacío, la boca desfigurada por el trance que acababas de sufrir. Acurrucado entre los brazos de tu madre, recién salido al escenario, parecías una marioneta arrugadita y pálida escapada de un baúl. Yo te adoraba con los ojos arrobados entre incrédula y hechizada. Mientras te miraba, me pasaban por la mente los rostros de todos aquellos que ya no disfrutarían de tu presencia, como si de alguna manera, ellos estuviesen descubriéndote a través de mí. Los sentía en el peso de mis pupilas y percibía su sonrisa, tan embobada como la mía. Acababas de robarme el corazón.

En estos doce meses he aprendido que a los nietos se os quiere tanto como a los hijos; reímos vuestras alegrías y lloramos vuestras “penas”.

Te dejo este regalo en forma de pobres palabras, no porque sean pocas o muchas sino porque, debido a la emoción, las mejores se me quedarán en el aire mezcladas con el vaho de la sartén mientras frio las patatas.

Deseo con todas las fuerzas de que soy capaz que tus pasos se encaminen, desde ya, por el sendero rectilíneo repleto de curvas que es la búsqueda y la conquista de momentos de felicidad. Recuerda recoger las semillas del amor que te rodea para sembrarlas a discreción, pues no todas germinarán alcanzando tus deseos, sin embargo, lo verás brotar y crecer dónde menos te lo esperas y tendrás que estar atento porque uno no siempre se da cuenta de que tiene al lado lo que estaría dispuesto a buscar en el fin del mundo.

No te entretengas con imposibles…tu camino es tu vida y todo lo que venga a enriquecerte son regalos que hay que agradecer pero nunca mendigar pues cada cual tiene su camino y, a veces, otros no desean nuestros obsequios de la misma forma que rechazamos los que no nos hacen sentir. Todo está dentro de nosotros mismos, el gran misterio es lograr descubrirlo. La actitud positiva ante la vida es sumamente útil y su clave se llama esperanza. Produce efectos balsámicos, incluso de curación de males físicos y del alma. Por eso, cuando tengas malos pensamientos, por dolores o fracasos, busca siempre su lado bueno y aférrate a él como si fuese un bote salvavidas.

Tampoco permitas que la ira, el rencor se instalen cómodamente en tu ser y se conviertan en pesadillas robándote el sosiego. Huye de la envidia como del mismísimo diablo pues nada ni nadie está libre de adversidades y, sin tú saberlo, podrías estar deseando algo que luego no podrías soportar.

Sé generoso y piadoso porque no todo el mundo tiene las mismas posibilidades para poder recorrer un mismo camino; siempre hay un ladrón egoísta que les ha usurpado ese derecho universal.

Sé justo pero no juez porque no existe la verdad auténtica, sólo lo que uno piensa que puede ser, por lo tanto, nadie tiene la capacidad de emitir un juicio justo.

No te olvides del respeto. Respeto a ti mismo y respeta a tus semejantes. Respeto es una palabra muy grande pero su sentido se está disipando. Quien grita sus ideas es que no tiene argumentos para defenderlas. Cede el asiento a los ancianos, a los tullidos, a las mujeres cuyo vientre alberga y acarrea una nueva vida. Otros lo hicieron antes por tus antepasados y es de bien nacido el ser agradecido.

Aprende a utilizar correctamente el lenguaje porque la palabra puede ser un arma de doble filo. Utilízala siempre para la paz y excluye cualquier otro tipo de arma.

Si se diese el caso, no te asustes por ser diferente y formar parte de una minoría. Es más, alégrate, porque siempre ha sido mucho más interesante y productivo.

No te mofes de la fealdad porque sencillamente no existe, sólo es un concepto inventado por seres sin alma y sin corazón, sin sentimientos. Las personas menos “agraciadas” coincide siempre con las que no tienen medios o con alguna enfermedad por lo cual no son culpables de sus aspectos sino prisioneros de un orden establecido; admira lo bello sin que te deslumbre y saca lo bello de lo menos bello. Aprende a pensar por ti mismo.

Escojas el camino que escojas o que te toque el camino que te está predestinado, se fiel a ti mismo y leal con los demás ya que tu libertad termina donde empieza la del resto del mundo.

Ésta es una carta incompleta, tesoro...quizás, mientras te preparo la merienda, vuelva a encontrar aquellas palabras que se evaporaron huyendo del aceite.

Te quiero mi vida. Que tu ser brille siempre con luz propia.

Bela.