martes, 1 de septiembre de 2009

Familias.

Relato VIII.1

El mes de agosto era una cita con el reencuentro. Prácticamente todos los ocupas del pueblo eran emigrantes de los 60 que se habían buscado la vida en otras comunidades con mayor oferta de posibilidades para sobrevivir. No hacía ni cuatro días que había llegado al pueblo pero a Ana ya le parecía que habían transcurrido dos semanas; desconectada de su mundo, no localizaba en toda la casa un rincón donde poder soñar a sus anchas.

Bajó las escaleras que la conducían a la calle, dejando tras de sí el griterío de los niños compitiendo por llamar al máximo la atención; y las voces de los adultos, hablando todos al mismo tiempo, intentando ponerse al día de los pormenores del largo año transcurrido. Aquella vida “tan familiar” no era para ella. Ni siquiera cuando era niña; siempre había tenido la sensación de vivir en otra dimensión…la de su silencio, sus inquietudes…su prisma ya la había convertido en la oveja negra de aquel guirigay anual, desde los tiempos de maría castaña. Le pareció injusto el apelativo de “rara”, que llevaba como pendientes grises colgados de las orejas, porque ella no encontraba nada raro en actuar como se piensa, sin embargo, encontraba rarísimo que los demás hiciesen cosas que parecían un contrasentido de lo que acababan de decir. A su entender, sólo la abuela se salvaba de aquel juicio rápido; trabajadora como ella sola, era generosa, tranquila, acogedora, solidaria y respetuosa…un ejemplo a seguir que a todos se les había pasado por alto. Desde que no estaba -¡tanto tiempo ya!- aquel lugar carecía de sentido para ella, salvo por el paisaje encantado y el llanto de las gaitas que llevaba encorchetados al corazón.

Mientras deambulaba por las callejuelas de la aldea, escudriñando cualquier rincón susceptible de ser inmortalizado con un guiño, respirando aire con olor a hierba recién cortada y a higuera caliente, le vino a la memoria la época en que, compartiendo una temporada de su existencia con Juan, se había negado a convivir con él en aquella especie de comuna de piso donde residía; otro tipo de “vida familiar”, en el que sucedía algo similar aunque en esta ocasión los lazos de sangre eran sustituidos por las ideas. "El fondo, la intención de este tipo de coexistencia sin duda es bueno, pero en la práctica…suele ser un puro desastre en cualquier época y lugar, -refunfuñó mentalmente- con demasiada frecuencia, alguien olvida o posterga sus obligaciones, empañando la buena marcha del tinglado y, como suele ocurrir, casi siempre existe un alma cándida dispuesta a repetir tareas o hacer doblete con tal de salvar la teoría de que el buen rollo es posible". ¡Lo sabía muy bien…en ambos casos!

Recordar a Juan le dio fuerzas. Había sido su primer amante pero también un buen amigo y, quizás por la diferencia de edad de trece años, un maestro. Aquella había sido una época en la que la izquierda ya empezaba a tener casi más siglas que afiliados, sin embargo, y en principio, se respetaban y en cierto modo colaboraban. Sonrió sin querer, con una mezcla de escepticismo progresivo y nostalgia por los buenos ratos vividos. Se había llevado bien con todos pero, en más de una ocasión, había tenido la impresión de que algunos deseaban reclutarla para sus filas, pero ella sonreía, totalmente inocente, y respondía con la miradaEs inútil, no insistas” y añadía suavemente “Voy a las manifestaciones, colaboro con la causa a mí manera…con el carnet de identidad tengo de sobra”. Sus ideales eran muy parecidos, pero ella no entendía más normas que las del sentido común, ni acataba más órdenes que las de su conciencia.

Regresó por la calle principal. Los niños ya corrían emocionados camino del río donde les esperaba un buen baño. Mientras, los mayores jugarían a las cartas tomando café o cerveza en el chiringuito del puente que sólo abría los meses de verano. Era el momento de entrar en la casa, elevarse como un espíritu por la escalera de caracol hasta su cuarto y descargar a Candela del peso que llevaba en su interior.


13 comentarios:

Serrano dijo...

Volvoreta ¿ése es tu nombre verdadero?Gracias por visitar mi Blog,se ve que al final pudiste entrar ¿Veo que te gusta escribir,eso está muy bueno.Seguiré pasando de vez en cuando.Saludos.

Jordicine dijo...

Sentido común, siempre por encima de todo. Besos, VOLVORETA.

Ramón de Mielina dijo...

Escalera de caracol, me encantan. Siempre quise una.

Belén dijo...

Pues yo tengo envidia de esos recuerdos... espero que no me duelan si alguna vez los tengo ;)

Besicos y de valiente nada, hija... superviviente ;)

Capitán Clostridium dijo...

Las escaleras de caracol son un verdadero "coñazo" para las mudanzas. Pero son idílicas, sí señor.

Encantador relato con tintes nostálgicos y políticos.

Volvoreta, sigue así, dando volteretas en tus relatos.

Por cierto, ya me tienes aquí, ¡se me acabaron las vacaciones!

VolVoreta dijo...

Serrano,
VolVoreta significa Mariposa..
escribir me libera de "piedras que llevo en el estómago". Me gusta más la fotografía pero seguiré escribiendo mientras se me ocurran cosas que decir.
Vuelve cuando te apetezca...el patio siempre está abierto. Un beso.

También opino que es primordial, Jordi, Un beso.

Cuando tienes que subir varias veces (y bajar) acabas dando tumbos por el pasillo Ramón. Un beso.

Belén, a mi protagonista le duelen las decepciones (como a cualquiera). Cuando te dije Valiente, sabía lo que decía, créeme...pero esto es otra historia. Besicos.

jajaja Capitán, no quiero ni imaginar tener que subir algún mueble...Todo lo bueno parece que dura poco pero bueno, dentro de nada creo que llegan los puentes. Un beso.

Dean dijo...

Pues debes tener muchas piedras en el estómago porque escribes muy bien. Es como una novela cortita, con todo, ambientada en los recuerdos, en las nostalgias.
Un saludo.

mar guerra dijo...

Me encanta tus letras, Volvoreta, a mi personalmente me quitan las piedrillas de los ojos, para que pase la luz con sus colores. Un beso.

Anónimo dijo...

Reconfortante blog!

Serrano dijo...

Gracias por pasar por mi Blog, "Mariposa",yo seguiré viniendo por aquí.Un abrazo.

Alberto Tallón dijo...

Ostras Volvo, se me han puesto los pelos de punta...quizás sea por haberme reconocido en algunas cosas...

un saludo!!

VolVoreta dijo...

Tengo demasiadas, Dean, tengo para rato...Un beso.

Mar, las "piedrillas" en los ojos también son muy molestas...y hay mucho que ver. Habrá que hacer algo. Un beso.

Gracias CJ, vuelve cuando te apetezca. Un beso.

Serrano, me has cambiado el nombre! si te gusta más...a mí me da igual.Un beso.

AlberT, me alegra saber que...mi protagonista no es tan "rara" como la quieren ver algunos. Un beso.

Serrano dijo...

¡Nooo!Sólo jugaba con lo que quiere decir tu nombre.Tranquila,Volvo.Un abrazo.