sábado, 26 de septiembre de 2009

Noches mágicas.

Relato VIII.2


 Desde su llegada a la aldea, apenas si había podido dormir cuatro o cinco horas seguidas.
Los días de solano, el calor intenso y seco apenas daba tregua por las noches. Unas noches negras como el azabache salpicadas de luces diminutas que tintineaban como si tuviesen frío, pero en realidad mentían, inmersas y protegidas, en el líquido lechoso de la vía láctea. Era la noche de San Lorenzo, famosa por la lluvia de estrellas que se producía por una extraña convergencia entre la tierra y no sabía muy bien con quién…(”alguien” que seguramente tenía mucho atractivo, para ser capaz de producir tantas chispas en un único encuentro). Era una noche para pedir deseos a las estrellas fugaces...como la felicidad–se dijo-.
Desde su habitación, que daba a un callejón estrecho y sombrío, no se podía ver el cielo con intimidad. Si se asomaba para verlo de soslayo, podía oír los ronquidos del vecino escapándose, como el humo, a través de los agujeritos de la persiana de PVC. Se le ocurrió que desde el ventanuco del aseo tendría una posibilidad. 
Se subió a la taza del wáter  poniéndose de puntillas, como una bailarina, se agarró al aluminio de la ventanita y estiró el cuello como un cisne que quisiese salir volando por aquel agujero negro abierto en la oscuridad. Desde allí la vista era inmejorable; hacia arriba el infinito sembrado de lucecitas blancas, la mayoría; unas pocas habían decidido vibrar en rojo y otras en azul. Abajo, los tejados de pizarra brillaban tímidamente con la suave luz que les llegaba de las pocas farolas, dispuestas sin ton ni son por las fachadas de piedra...

Empezaba a dolerle la punta de los dedos de los pies y el malestar le subía por las piernas como en una sesión de estiramientos. El tiempo se le había escurrido por el tragaluz de las pupilas. Parpadeó varias veces para regresar a su escondite desde aquel túnel del tiempo. Ignoraba si durante la “ausencia” había pasado alguna estrella errante por delante de sus narices… no era importante,  “No tengo ningún deseo que pedir” –pensó. 

El lugar de donde acababa de regresar era mil veces mejor.
Ocurrió de regreso de uno de sus viajes portugueses. La noche les había pillado en la Oropesa manchega. En aquella ocasión se había levantado a las tantas para ir al baño...-beber un poco de agua le quitaría aquella resaca dulzona del exquisito helado de queso de la cena-. También se había aupado a la taza del wáter para conocer la noche toledana, por pura curiosidad. Desde el ventanuco del hotel, en aquél cielo profundo como la mirada de la pasión se había congregado todos los luceros posibles de la galaxia logrando hipnotizarla durante largo rato, el necesario para que aquella estampa, enmarcada en madera de caoba, se colase para siempre en el baúl de los recuerdos que no se pueden fotografiar.



9 comentarios:

Ana dijo...

Prfgrgfrfggrrrfg...
VOLVORETA DE LAS MERCEDES!!!
HAGA "USTÉ ER FAVÓ" DE NO DEJARNOS "ASÍN"!!

Cielo, recuerdas al periquito y al gatito de mi post?
Pues ahorita mismo me siento "periquito"!!!
Me han entrado unas ganas de...

AIX!!!
respiro, inspiro, respiro...

Julia dijo...

Ayyy, cómo me quedaron las puntas de los dedos de los pies!!! :)
Gracias Volvoreta! Tus palabras me "transportaron". Fue como si yo también hubiera estado ahí espiando las estrellas.

Un besote.

Alberto Tallón dijo...

Muy guapa la foto, los colores cálidos de los focos con frío del azul...

Con el relato me he trasladado durante un rato a las largas noches de verano que tanto me gustan... ¡a ver para cuando la tercera parte!

Un saludo!!

mar guerra dijo...

Me encanta la frase "el tiempo se le había escurrido por el tragaluz de las pupilas", tremenda frase, para aquellos que alimentamos la creatividad en la comtemplación.
Qué se me llene el ojo para mantenerlos húmedos y la condensación escurra por mis mejillas...porque siento.
Un beso.

Capitán Clostridium dijo...

Qué bien has descrito la noche estrellada, la forma de buscar el cielo para divisar estrellas errantes.

Volvoreta, no sé si lo leíste, pero te dejo mi crónica (real y personal) de esa mágica noche de este año.

http://circulosabiertos.blogspot.com/2009/08/una-noche-estrellada-en-el-otro-sentido.html

Gonzalo dijo...

... si no se pueden fotografíar los recuerdos que se nos cuelan para quedarse siempre en el baúl de los recuerdos, que difícil es tambien describirlos para que no pierdan la intensidad con la que se vivieron.
Tú lo has logrado. FELICIDADES!
Un "estrellado" beso.

Jordicine dijo...

Me ha gustado muchísimo. Un beso.

VolVoreta dijo...

Ana...relax, porque el siguiente tiene una relación sólo "relativa"...no más. ¡Ay! mi ojo. jeje Besitos.

Valía la pena Julia...las noches en el norte son...diferentes. Besotes para tí.

Son velas, AlberT, aunque parezca extraño aún quedan rincones que las utilizan. Me horrorizan las velas de "bombillitas". Un beso.

Mar, la condensación está a punto de llegar con las primeras lluvias del otoño, bienvenida sea...alivia un montón. Un beso.

Leeré tu crónica Capitán, en esa fecha estaba fuera y me la perdí. Gracias por recordármelo. Un beso.

Gracias Gonzalo pero aún no soy capaz de describir "esa intensidad" que mencionas. Quizás algún día. Besos.

Jordi, me alegra muchísimo. Gracias por estar ahí. Un beso.

Marie dijo...

jolies lumières colorées.